martes, 20 de diciembre de 2011

VUELVE ROCHA

Ahora resulta que Roberto Borge y Bibiano Villa son los culpables de que, por su falta de apoyo en la atención a los problemas de delincuencia que azotan al paraíso, Manuel Jesús Cicero Salazar se haya tirado al pedo y se volviera adicto al olor a panteleta de exótica bailarina de antro, le cuento:


Como usted seguramente está enterado, en los últimos minutos (23.30) del sábado y hasta las 0.30 horas de la madrugada del pasado domingo el, hasta ese momento, sub-secretario Estatal de Seguridad Pública en la Zona Norte, Manuel Jesús Cicero Salazar, “don Manolito” pa´sus cuates compañeros de parranda, sufrió de una repentina “elevación de vapores etílicos” que le provocaron una gran nubosidad cerebral que le llevaron a una monumental regada de merengue en el lugar y a la hora menos indicados ya que brindó, junto con su escolta y acompañantes entre quienes destacaba una profesional del tubo, un espectáculo gratuito de golpes y recordatorios maternales entre policías municipales y estatales bajo su mando en ese momento causó asombro, hilaridad y harta diversión a todos aquellos que en ese momento se encontraban en el lugar, quizás más popular y concurrido de Cancún, Tulum con López Portillo mejor conocido como “El Crucero”.

Desde luego que los municipales y agentes de tránsito que acudieron a tomar nota de lo sucedido, se llevaron la peor parte ya que los encargados de salvaguardar la seguridad e integridad su “jefecito”, los tundieron, al igual que al conductor del autobús de transporte de personal con el que tuvieron un incidente de tránsito, a garrotazo limpio dejándolos fuera de combate porque “no sabían con quién se estaban metiendo”.

En medio de su tremenda cruda etílica y moral, si es que la tiene, “don Manolito” dijo que renunció (no reconoció que lo renunciaron) porque no tuvo el apoyo necesario y no pudo hacer nada con solo 20 hombres y escaso presupuesto y en un intento por descargar sus culpas destapó la pestilente cloaca que existe en Seguridad Pública olvidando que ese es un cuento viejo.

Al relevo entra Salvador Rocha Vargas, un tipo verdaderamente capaz, un policía de carrera, dedicado y comprometido con su encomienda y con la sociedad, que un día enfrentó serias acusaciones que le llevaron a la cárcel de la que salió limpio cuando las investigaciones no lograron comprobar las imputaciones que le hicieron y solamente demostraron que fueron hechas en venganza por los serios golpes que había asestado al crimen organizado.

Hoy vuelve un Salvador Rocha más maduro, fortalecido por la dura experiencia de haber pisado la cárcel pero, al mismo tiempo, más comprometido y decidido a ir, con todo, en contra de quienes han hecho del delito su forma de vida en Quintana Roo. ¡Suerte comandante Rocha!



Pero mientras Salvador Rocha tiene por delante una nueva oportunidad de demostrar, una vez más, su valía, don Manolito solo ve en su horizonte negros nubarrones que le anuncian la tormenta que le ha de caer encima ya que las demandas por abuso de autoridad, seguramente, le traerán serios problemas. Por lo pronto Isidro Santamaría, el mero-mero de la CTM ya fincó una demanda por el artero ataque al chofer y trabajadores que viajaban en el transporte de personal que, según don manolito, originaron el zafarrancho del que él, al verse en peligro y dada su formación militar, “solo se defendió”.



Así las cosas mejor vamos dejándolo aquí, nos vemos muy pronto cuando tengamos un número más de EL AJUSTE DE CUENTOS, mientras tanto llévela suave no vaya siendo la de malas porque entonces sí que ya la…

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