Luego de una semana
en la que los “maestros” de la CNTE en verdad mostraron el cobre afectando con
sus bloqueos, del pasado viernes, a miles de personas que nada tienen que ver
con sus dementes demandas y que obligaron a viajeros, nacionales y extranjeros,
a caminar más de un kilómetro para llegar al Aeropuerto Internacional de la
Ciudad de México, capital de todos los mexicanos que fue secuestrada por unos
cuantos inadaptados que se dicen maestros y que no enseñan nada más que la muy
pobre educación que tienen.
Hoy,
en EL AJUSTE, le cuento El titular de la Secretaría de Gobernación, Miguel
Ángel Osorio Chong, advirtió a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE) que “somos tolerantes, pero también hay límites. Habremos de
actuar cuando esto rebase a momentos en los que el diálogo ya no sirva (...) Lo
que lastima a terceros no puede ser admitido”.
Después
de afirmar que no habrá marcha atrás en la reforma educativa, el funcionario
dijo que aquellos que piensen que la impunidad va a ser la divisa en cuanto a
las acciones de los profesores de la CNTE “están equivocados. Vamos a defender
lo que quieren los mexicanos”. Osorio Chong mencionó que a la disidencia
magisterial, que ha causado caos en la Ciudad de México, afectando a decenas de
miles de personas, se le ha expuesto que en la reforma educativa está plasmado
el interés de la mayoría.
Después
de su participación en el seminario Gobernar para Transformar, que organizó el
PRI, el secretario de Gobernación confirmó que tuvo un encuentro el viernes con
integrantes de la CNTE y, derivado de ello, solicitó a los senadores y
diputados que se reunieran con los manifestantes.
Aquellos
que piensen que la impunidad va a ser la divisa en cuanto a las acciones de los
profesores de la CNTE “están equivocados. No lo vamos a permitir”, advirtió el
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien ratificó además que
no habrá marcha atrás en la reforma educativa y, a pesar de que se está
privilegiando el diálogo y la concertación, “la paciencia tiene un límite”.
Para
muchos el secretario Osorio Chong ya se había tardado en mostrar la postura
oficial, sin embargo dice el Refranero Popular Mexicano que “nunca es tarde
cuando la dicha es buena” y lo bueno de todo esto es que ya se les advirtió que
no se les va a permitir más desmanes porque “la paciencia tiene un límite” y
todo parece indicar que están llegando a ese límite que, una vez rebasado, dará
paso a acciones más duras en su contra. Ya se les advirtió y ahora todo será
producto de su “mala cabeza” y deberán, como muy bravos que dicen ser, las
consecuencias de sus actos. ¿No le parece?
***
Por su parte y Ante
los amagos de la CNTE de radicalizar su protesta en la capital del país para
hacer realidad sus “demandas injustificadas”, el presidente de la PRI, César
Camacho Quiroz, sostuvo que éstos eran inaceptables e impermisibles, y que sí
convendría hacer uso de la fuerza pública para desalojarlos. “El uso de la
fuerza pública es una medida extrema, pero en un país democrático, cuando se
observan los protocolos y los códigos que no sólo la ley, sino los instrumentos
internacionales establecen, pudiera ser una opción si parece que la
irracionalidad es lo que impera”, sostuvo.
César Camacho Quiroz (PRI) |
Camacho
Quiroz recalcó que el Congreso tampoco puede doblegarse ni modificar el marco
legislativo que fuera aprobado para hacer realidad la reforma educativa, porque
detrás de las leyes en este rubro hay “infinidad de horas de trabajo, y de
escuchar no sólo a los maestros, sino a los expertos en educación, a los padres
de familia. El país ni el mundo pueden girar en torno a la Coordinadora”,
advirtió a los profesores, a los que el dirigente nacional priista recordó que
“por encima de todo está el derecho de esos miles, millones de niños que tienen
en la educación una oportunidad para la realización personal, para la
adquisición de conocimientos y sumarse al ámbito productivo de este país”.
Criticó
el uso de la violencia de estos maestros: “Es la antipolítica, la negación de
los acuerdos, más aún cuando ha habido suficientes encuentros para explicar la
trascendencia de las reformas que, por supuesto, en modo alguno afectan los
derechos de los profesores”. Si los integrantes de la CNTE tensan las cosas y
el ambiente disruptivo se mantiene, dijo, “pondrán al gobierno en una posición
difícil, y hablo del gobierno de la ciudad, en principio, y enseguida al
gobierno federal, para tomar medidas de otra naturaleza. Fueron escuchados con
amplitud porque un elemento sine qua non de cualquier democracia es el
diálogo. Este viernes fue un día muy difícil para quienes estamos en la Ciudad
de México. Indudablemente afectó a millones de personas y creo que si
revisáramos el universo de maestros en nuestro país son mucho más los que sí
están frente al aula con sus alumnos trabajando, construyendo la educación
todos los días para que a México le vaya bien. Son pocos los que están en las calles”.
***
En alguna parte de su
columna de ayer domingo en Excelsior, Pascal Beltrán del Rio menciona que…No ha
sido raro en la historia de México que el Congreso haya tenido que abandonar su
sede para reunirse en un lugar que le permitiese llevar a cabo su actividad.
Por ejemplo, durante la
Intervención Francesa el Congreso (entonces unicameral) se disolvió antes de la
llegada de las fuerzas extranjeras a la Ciudad de México, aunque la Diputación
Permanente acompañó al presidente Benito Juárez en su gobierno itinerante.
Durante el último
semestre de 1863, cuando San Luis Potosí fue capital del país, los diputados,
presididos por Sebastián Lerdo de Tejada, se reunían en la Antigua Caja Real,
un edificio barroco del siglo XVIII ubicado actualmente en la esquina de las
calles de Madero y Díaz de León.
Sin embargo, nunca en
tiempos de paz y democracia se había vivido una situación como la de la semana
pasada, cuando ambas Cámaras del Congreso de la Unión dejaron forzadamente sus
recintos oficiales para sesionar en el complejo de exposiciones Centro Banamex.
Los hechos ocurridos a
partir de la noche del lunes 19, cuando miembros de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE) irrumpieron violentamente en San Lázaro,
quedará en los anales de la República. Son acontecimientos vergonzosos que
hablan de la incapacidad de las instituciones para procesar situaciones de
apremio.
Y muestran que sólo hay
dos tipos de políticos en México: aquellos que creen que todo cambio es malo y
están dispuestos a llegar muy lejos para mantener las tradiciones heredadas del
nacionalismo revolucionario, y quienes reconocen que las reformas son
necesarias pero se evidencian como incapaces de enfrentar las situaciones
derivadas del proceso de mutación del marco legal y de organización del país.
Es decir, unos no
quieren y otros no pueden. En suma, no parece haber nadie dispuesto a gobernar,
es decir, tomar decisiones difíciles pensando en el bienestar de la mayoría;
decisiones que en ocasiones pueden ser abiertamente impopulares, especialmente
en una nación conservadora como es México.
¿Pero cómo llegamos a
esto? ¿Cómo es posible que una organización minoritaria violenta, que ya había
trastocado e incluso paralizado la vida pública en varias entidades
federativas, ahora haya hecho lo mismo en la sede de los Poderes, con
consecuencias nefastas para la democracia, el Estado de derecho y la vida
cotidiana de millones?
Las reformas no
garantizan nada, salvo la esperanza de dejar atrás un tipo de organización que
ha generado más de 50 millones de pobres. Hay quienes quieren lograr eso yendo
al pasado. Hay quienes dicen, y es verdad, que el México del llamado Desarrollo
Estabilizador crecía a tasas promedio de 6% anual. Y lo hizo así durante cinco
sexenios, entre 1958 y 1982.
Pero el entorno
internacional en el que México alcanzó esos niveles de crecimiento, nacional y
per cápita, ha dejado de existir. Vivimos hoy en una sociedad postindustrial, y
entre las cosas que han ocasionado el pernicioso estancamiento de la economía
mexicana desde hace 30 años —además de la corrupción— está la incapacidad de
reconocer las transformaciones mundiales. México no se preparó para lo que
venía. Una buena parte de los mexicanos sigue añorando el tiempo en que el
Estado garantizaba lo esencial y lo demás dependía del esfuerzo individual.
Es un modelo posible,
sin duda, pero las condiciones en las que se fundó aquel sistema de bienestar
hace mucho que se extinguieron. Tomemos el ejemplo del Seguro Social. De 1970 a
2010, la población de más de 60 años pasó de tres millones a más de diez
millones, mientras que el número de cotizantes que financian a cada pensionado
del IMSS ha disminuido de 14, en 1973, a cinco actualmente. Y esa situación
sólo va a empeorar.
El PRI terminó por ceder
la Presidencia en 2000, pero muchas de las organizaciones que hicieron posible
la existencia del régimen populista autoritario continuaron existiendo. Algunas
de ellas se mantuvieron bajo el control de gobiernos estatales priistas; otras
rompieron con el tricolor y coquetearon con partidos políticos distintos; unas
más encontraron en la independencia la mejor forma de negociar con gobiernos de
distinto signo político. Y nadie se hizo cargo del cambio, que entre otras
cosas significaba empoderar al ciudadano.
El PAN en Los Pinos hizo
su mejor esfuerzo por calcar el estilo priista de gobernar. El primer panista
secretario del Trabajo ensalzó la memoria de Fidel Velázquez; a Elba Esther
Gordillo la convirtieron en la favorita de Palacio, y el PAN incluso trató de
crear su propia central campesina, etcétera. Pero ya sabemos: el original
siempre supera a la copia. Eso incidió en que no se desencadenara el cambio
cultural necesario para que México dejara atrás la idea de que el Estado de
bienestar del priato es una especie de paraíso perdido. Y surgieron los guías
morales que prometían devolver al pueblo la leche y la miel que los neoliberales
le habían arrebatado.
La CNTE es una de esas
criaturas del pasado. De allí viene y allá quiere regresar. Nació en Chiapas a
fines de los años 70 para combatir el caciquismo del SNTE pero sobre todo para
protestar contra las distorsiones que los giros de la economía mundial
provocaban en el magisterio, un gremio que había sido sinónimo de seguridad
laboral.
La CNTE añora el tiempo
en que el Estado (burgués) podía darle una plaza de maestro a todo el que la
deseara y jurara fidelidad a la organización. Pero como ya no necesita vender
su lealtad a cambio de votos, pues ha encontrado en la violencia el medio para
obtener lo que quiere. Su propósito es extraer rentas del Estado. Como el viejo
PRI, utiliza un discurso revolucionario (marxista, en este caso) para mantener
cohesionada a su militancia. Quiere controlar las escuelas normales para
asegurar que quienes egresen de ellas tengan una plaza automática de maestro,
aunque carezca de la capacidad de impartir la enseñanza. El Estado mexicano no
debería ceder ante tales pretensiones… y sin embargo la semana pasada lo hizo.
La CNTE ya logró sacar a
los diputados y senadores de sus recintos y ahora quiere obligarlos, como en
Guerrero, a que echen abajo leyes que, por cierto, apenas rozan los cambios que
necesita el país en materia educativa. Es difícil que la reforma en curso ponga
en las aulas a los mejores maestros en el corto plazo, pero ya es un paso en la
ruta de los cambios que México requiere para adaptarse al entorno mundial.
Renunciar incluso a ese tenue proceso de reforma sería trágico. Es normal
que los cambios produzcan sacudidas de quienes se sienten desplazados o
prefieren el statu quo, pero para que los cambios sucedan se necesitan líderes
con arrojo y tesón dispuestos a conducirlos.
Que los manifestantes se
manifiesten, pero que los gobernantes gobiernen. La semana pasada, la clase
política mexicana corrió o metió la cabeza en la arena ante la embestida de la
CNTE. Con ello ha embravecido a quienes quieren intentar, por la ruta de la
violencia, un retorno imposible al pasado. El viernes, ante el azoro de los
capitalinos pero también del resto del mundo, la CNTE bloqueó el camino al
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Y no lo dude usted: seguirá
adelante en sus pretensiones mientras no aparezca alguien dispuesto a
doblegarla mediante la verdadera negociación política, no la “prudencia”
timorata ni los “diálogos” ante las cámaras de televisión ni el recurso fácil
del soborno, o con la ley en la mano.
-Oye carnalito ¿y
estos “maistros” no tienen hijos en las escuelas?
-¡Pos claro que sí! Y
eso es lo más grave porque ¿esto es lo que les enseñan a sus hijos? ¿a ser
vándalos? ¿flojos? ¿crecerán ignorantes por no ir a clases? ¿éste es el país
que nos merecemos? Ora sí que stán cabrones y hay que pararlos a como dé lugar.
***
Así las cosas mejor
aquí le paramos, nos vemos mañana (hoy tengo que ir a protestar por las
protestas de los maestros) hora y lugar de costumbre cuando tengamos un número
más de EL AJUSTE DE CUENTOS pero ahora por favor y sin protestar ¡ya váyase a
trabajar! ¿no le parece? recuerde que usted no es “maistro” y no tiene porqué
protestar.
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