De entrada déjeme decirle que ayer, día del Padre, mi corazón se llenó de gozo cuando, en el entendido de ser el Rey del hogar al menos por un día, la reina madre y la pequeña princesa, aunque se encuentran de shoping en americanas tierras, se acordaron de llamar para felicitar lo mismo que las princesas mayores, claro que al no ser incluido en la turné de compras, no podía dejar pasar la oportunidad de disfrutar de la compañía del principito y por ello es que pasé el día de lo más contento.
Espero que usted, apreciado por aferrado lector de EL AJUSTE, si tiene la fortuna de ser padre, pos la haya pasado también muy padre y que haya disfrutado plenamente de sus cachorros y de sus cariños cercanos y si no pos apúrese porque es muy padre ser padre. Una vez cumplido el protocolo, vámonos tendidos.
Durante el fin de semana pasado hubimos de lamentar dos ausencias, una la del autor del célebre “Ensayo sobre la Ceguera”, Don José Saramago que con su muerte, el viernes pasado, ha enlutado pero también “ha dejado al mundo más ciego”, como dijera Fernando Meirelles.
Premio Nobel de Literatura en 1998 y tras una larga enfermedad que le tenía postrado desde hace algún tiempo, este Portugués ejemplar autor de novelas, poesía, ensayos y piezas de teatro, muere a los 87 años y deja a los excluidos del mundo entero sin voz aunque, por su obra, Saramago seguirá siendo “una voz entrañable y extrañable”.
Pero también hemos de extrañar la figura cansada y la voz pausada pero firme y sonora de uno de los cronistas y ensayistas más importantes de los últimos años en este país, Carlos Monsiváis, el intelectual más popular y más querido por todos.
Crítico implacable del sistema Monsiváis recibió el justo homenaje del pueblo y el mundo intelectual de este país en el lugar justo a su trayectoria, El Palacio de Bellas Artes, donde Elena Poniatowska, sin poder contener las lágrimas y el sentimiento, se preguntó “¿Qué vamos a hacer sin ti “Monsi”? si eres el enfrentamiento más lúcido al autoritarismo presidencial, a los abusos del poder”.
Y es que será muy difícil entender nuestros tiempos sin sus contribuciones, sin su critica puntillosa y puntual, sin la tolerancia y respeto a la diversidad que siempre buscó y que ahora nos deja a todos desamparados quién era la brújula de este país y el alma de los que no tenían palabra antes de “Monsi” quién siempre estuvo del lado de las causas justas y que como hombre independiente nunca se dejó coptar por el régimen.
Puma hasta las cachas, el ataúd de “Monsi” fue cubierto con las banderas de México, la de su querida UNAM y la del arco iris que nunca negó y ante las que intelectuales, políticos de todos los calibres y gente del pueblo desfilaron para despedirle y manifestarle su cariño y reconocimiento como uno de los grandes que ahora hemos de extrañar. ¡Hasta la vista “Monsi”, te vamos a extrañar!.
No queremos manchar esta entrega, ya mañana hablaremos del cochinero político y de los de cola y uñas muy largas que andan por ahí y que, aunque traten de esconderse, muy pronto estarán donde deben estar.
Por hoy vamos dejándolo aquí, nos vemos mañana cuando tengamos un número más de EL AJUSTE DE CUENTOS pero ahora y por favor ya no le haga usted más al cuento, no vaya siendo la de malas porque entonces sí que ya la….
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