martes, 4 de diciembre de 2012

EL ACUERDO POR MÉXICO


El titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Miguel Ángel Osorio, reconoció la necesidad de enfrentar a los poderes fácticos, como lo señaló el Acuerdo por México, pero aclaró que "no tiene dedicatoria" y fue una decisión tomada por los partidos políticos para mejorar las condiciones del país.
Entrevistado en el marco de la primera reunión que encabezó el presidente Enrique Peña Nieto con su gabinete legal, el también ex gobernador de Hidalgo, aclaró que dicha propuesta fue consensuada por los partidos políticos y para la redacción del texto.
"Lo que yo leí fue lo que se instrumentó por parte de los partidos políticos. Di lectura a una redacción que hicieron los propios partidos políticos" , precisó el encargado de la política interior del país.
Detalló que el texto "habla de que en todas las ramas de desarrollo hay poderes que no queremos individualizar, señalar en lo particular, pero en muchas ocasiones han impedido el desarrollo del país" .
Por ello, destacó que se necesitan tomar "muchas acciones en todas las ramas del desarrollo del país respecto a los poderes que se han señalado" .
Osorio Chong rechazó que el documento tenga dedicatoria al ser cuestionado si la tiene hacia el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) .
"No, no. Queremos impulsar al país. Tenemos que impulsar las decisiones que permitan de una vez y por todas que el país salga adelante" , resaltó.
"En todas las áreas se requieren tomar acciones inmediatas, por eso es importante que no busquemos el punto de vista político, hablar de algún ente en particular. Lo único es que reconocemos cómo estamos y en todas las ramas del desarrollo avanzar con acuerdos, agregó.
Lo que se busca es lograr el desarrollo del país en todos los aspectos, aclaró.

Hoy estamos apenas en la borrachera del cambio de mando en este país, estamos en el cuarto de los llamados “cien días” en los que el gobernante que inicia su gestión pone las bases sobre las que ha de sustentar las acciones de su programa de gobierno.
En un período relativamente corto, Enrique Peña Nieto ha pasado de candidato exitoso a presidente electo y a Presidente Constitucional en funciones y es ahora cuando le toca convertirse en un gobernante eficiente y cumplidor de los compromisos adquiridos durante el discurso del pasado sábado en Palacio Nacional.
El estado de gobernabilidad es la capacidad de liderazgo para lograr los consensos que se necesitan en la nación o en la sociedad para el logro de sus propósitos. Es un factor político y correlativo. En este sentido Peña Nieto ha dado un paso importante al lograr la unidad de los partidos políticos más importantes de este país, acepten y firmen el Acuerdo por México.
Dicen, los que de esto dicen saber, que la gobernabilidad y la ingobernabilidad son tan antiguas como el síndrome de Alzheimer.  Pero al igual que tal patología, sólo hasta muy recientemente se les ha identificado, se les ha bautizado y se les ha empezado a sistematizar para su estudio. Sin embargo es una enfermedad muy común en el cuerpo político, muy fácil de contraer y muy difícil de erradicar.
Para Marcos Roitman, la cuestión de la gobernabilidad es muy clara si se le contrasta con la democracia.  Nos dice, que en el ejercicio democrático, el peso factorial de cada individuo es idéntico al de los demás.  Cada ciudadano vale un voto.  Nadie más  y nadie menos.  El resultado democrático es, pues, una sumatoria.  La mayor cantidad es la que decide.
En el ejercicio de gobernabilidad, por el contrario, no todos los individuos tienen el mismo peso factorial.  Un  ciudadano común no tiene el mismo que un individuo exponencial o lideral en el campo de las ideologías, de los partidos, de las profesiones, de los dineros, de la comunicación, de los sindicatos o de los congresos.  La gobernabilidad es el ensamble adecuado, no la suma, de esos factores.
Para ponerlo más claro se puede pensar en aquellos juguetes infantiles que consisten en un equipo de las diversas figuras geométricas, con diferentes colores y que sirven para armar distintas representaciones.  Si a este juguete se le ve con el concepto de la democracia lo evaluaremos aritméticamente.  Contaremos piezas verdes, azules, rojas y amarillas o bien las circulares, las triangulares y las cuadradas pero siempre dominarían las de mayor número.
Si el niño dueño del juego quiere configurar un pájaro usaría como pico la figura triangular que termina en punta y ninguna otra.  De nada le servirán los rectángulos aunque fueran mayoría.  Y si quiere configurar un perro, la cola no podrá ser ninguna de las piezas redondas aunque superen numéricamente a todas las demás juntas.
Por ese fenómeno pensemos, a titulo de ejemplo, que si queremos que en México se triplique la inversión privada de nada nos servirían los deseos y los votos de todos nuestros congresistas sino la voluntad de los cien individuos dueños del capital nacional.  Pero, por el contrario, si estos ricos quisieran comprar Pemex o la CFE ya se quedarían con las ganas mientras no cuenten con los votos necesarios en el Congreso.
En otras palabras, el líder nos mueve a que deseemos algo.  El caudillo nos mueve a que hagamos algo.  El líder nos invita.  El caudillo nos lleva.  El líder nos muestra y nos descubre nuestras facultades y nuestras posibilidades.  El caudillo nos presta y nos instala las que no tenemos.
El buen gobernante tiene vista.  Con ella puede ver todo lo que pasa.  El buen líder tiene visión.  Con ella puede ver lo que va a pasar.  El buen caudillo tiene videncia.  Con ella puede ver lo que los demás no pueden ver.
Por eso, el caudillo puede llevarnos hasta donde nosotros no llegaríamos solos.
Es en este punto en el que cabe la pregunta ¿Es Enrique Peña Nieto un líder? o es el caudillo que merece este país y que todos esperamos que sea.

Así las cosas mejor vamos dejándolo aquí, nos vemos mañana cuando tengamos un número más de EL AJUSTE DE CUENTOS mientras tanto sea feliz.


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