El titular de la Secretaría de
Gobernación (Segob), Miguel Ángel Osorio, reconoció la
necesidad de enfrentar a los poderes fácticos, como lo señaló el Acuerdo por
México, pero aclaró que "no tiene dedicatoria" y fue una decisión
tomada por los partidos políticos para mejorar las condiciones del país.
Entrevistado en el marco de la
primera reunión que encabezó el presidente Enrique Peña Nieto con su gabinete legal, el también ex
gobernador de Hidalgo, aclaró que dicha propuesta fue consensuada por los
partidos políticos y para la redacción del texto.
"Lo que yo leí fue lo que
se instrumentó por parte de los partidos políticos. Di lectura a una redacción
que hicieron los propios partidos políticos" , precisó el encargado de la
política interior del país.
Detalló que el texto
"habla de que en todas las ramas de desarrollo hay poderes que no queremos
individualizar, señalar en lo particular, pero en muchas ocasiones han impedido
el desarrollo del país" .
Por ello, destacó que se
necesitan tomar "muchas acciones en todas las ramas del desarrollo del
país respecto a los poderes que se han señalado" .
Osorio Chong rechazó que el
documento tenga dedicatoria al ser cuestionado si la tiene hacia el Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) .
"No, no. Queremos impulsar
al país. Tenemos que impulsar las decisiones que permitan de una vez y por
todas que el país salga adelante" , resaltó.
"En todas las áreas se
requieren tomar acciones inmediatas, por eso es importante que no busquemos el
punto de vista político, hablar de algún ente en particular. Lo único es que
reconocemos cómo estamos y en todas las ramas del desarrollo avanzar con
acuerdos, agregó.
Lo que se busca es lograr el
desarrollo del país en todos los aspectos, aclaró.
Hoy estamos apenas en la
borrachera del cambio de mando en este país, estamos en el cuarto de los
llamados “cien días” en los que el gobernante que inicia su gestión pone las
bases sobre las que ha de sustentar las acciones de su programa de gobierno.
En un período relativamente
corto, Enrique Peña Nieto ha pasado de candidato exitoso a presidente electo y
a Presidente Constitucional en funciones y es ahora cuando le toca convertirse
en un gobernante eficiente y cumplidor de los compromisos adquiridos durante el
discurso del pasado sábado en Palacio Nacional.
El estado de gobernabilidad es
la capacidad de liderazgo para lograr los consensos que se necesitan en la nación
o en la sociedad para el logro de sus propósitos. Es un factor político y
correlativo. En este sentido Peña Nieto ha dado un paso importante al lograr la
unidad de los partidos políticos más importantes de este país, acepten y firmen
el Acuerdo por México.
Dicen, los que de esto dicen
saber, que la gobernabilidad y la ingobernabilidad son tan antiguas como el
síndrome de Alzheimer. Pero al igual que tal patología, sólo hasta muy
recientemente se les ha identificado, se les ha bautizado y se les ha empezado
a sistematizar para su estudio. Sin embargo es una enfermedad muy común en el
cuerpo político, muy fácil de contraer y muy difícil de erradicar.
Para Marcos Roitman, la
cuestión de la gobernabilidad es muy clara si se le contrasta con la
democracia. Nos dice, que en el ejercicio democrático, el peso factorial
de cada individuo es idéntico al de los demás. Cada ciudadano vale un
voto. Nadie más y nadie menos. El resultado democrático es,
pues, una sumatoria. La mayor cantidad es la que decide.
En el ejercicio de
gobernabilidad, por el contrario, no todos los individuos tienen el mismo peso
factorial. Un ciudadano común no tiene el mismo que un individuo
exponencial o lideral en el campo de las ideologías, de los partidos, de las
profesiones, de los dineros, de la comunicación, de los sindicatos o de los
congresos. La gobernabilidad es el ensamble adecuado, no la suma, de esos
factores.
Para ponerlo más claro se puede
pensar en aquellos juguetes infantiles que consisten en un equipo de las
diversas figuras geométricas, con diferentes colores y que sirven para armar
distintas representaciones. Si a este juguete se le ve con el concepto de
la democracia lo evaluaremos aritméticamente. Contaremos piezas verdes,
azules, rojas y amarillas o bien las circulares, las triangulares y las
cuadradas pero siempre dominarían las de mayor número.
Si el niño dueño del juego
quiere configurar un pájaro usaría como pico la figura triangular que termina
en punta y ninguna otra. De nada le servirán los rectángulos aunque
fueran mayoría. Y si quiere configurar un perro, la cola no podrá ser
ninguna de las piezas redondas aunque superen numéricamente a todas las demás
juntas.
Por ese fenómeno pensemos, a
titulo de ejemplo, que si queremos que en México se triplique la inversión
privada de nada nos servirían los deseos y los votos de todos nuestros
congresistas sino la voluntad de los cien individuos dueños del capital
nacional. Pero, por el contrario, si estos ricos quisieran comprar Pemex o
la CFE ya se quedarían con las ganas mientras no cuenten con los votos
necesarios en el Congreso.
En otras palabras, el líder nos
mueve a que deseemos algo. El caudillo nos mueve a que hagamos
algo. El líder nos invita. El caudillo nos lleva. El líder
nos muestra y nos descubre nuestras facultades y nuestras posibilidades.
El caudillo nos presta y nos instala las que no tenemos.
El buen gobernante tiene
vista. Con ella puede ver todo lo que pasa. El buen líder tiene
visión. Con ella puede ver lo que va a pasar. El buen caudillo
tiene videncia. Con ella puede ver lo que los demás no pueden ver.
Por eso, el caudillo puede
llevarnos hasta donde nosotros no llegaríamos solos.
Es en este punto en el que cabe
la pregunta ¿Es Enrique Peña Nieto un líder? o es el caudillo que merece este
país y que todos esperamos que sea.
Así las cosas mejor vamos
dejándolo aquí, nos vemos mañana cuando tengamos un número más de EL AJUSTE DE
CUENTOS mientras tanto sea feliz.
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