Esto
que hoy le voy a contar es, aunque usted no lo crea, la puritita verdad y es,
además, muy revelador del hartazgo de los electores hacia el sistema que una y
otra y otra vez les ha fallado y que por esto han vuelto la mirada hacia otras
opciones políticas. Es por esto que a pesar de la gran desventaja de no poder
haber hecho una campaña en forma, el candidato de Morena que fue asesinado,
usted seguramente lo recordará, el 14 de mayo en un mitin en
Michoacán, Enrique Hernández, resultó electo en las elecciones de
este domingo.
Hernández,
postulado para la presidencia municipal de Yurécuaro, fue líder de
autodefensas y había denunciado que los partidos de gobiernos anteriores
permitieron la presencia del narcotráfico en el municipio. Su asesinato sucedió
en complicidad del director de Seguridad Pública municipal, el
subdirector de la misma dependencia y un elemento de esta corporación.
Según
datos del PREP, con el 100% de las actas computadas, el candidato de
Morena obtuvo el primer lugar de la elección con el 36.9% (3,954 votos),
delante del priista Rogelio Alcalá, que registró el 26.7% (2,877 votos).
Por el
homicidio de Enrique Hernández, dos personas fueron detenidas. En el ataque
fueron heridas tres personas, una de ellas una menor de edad.
Ahora,
el suplente del candidato ex autodefensa, Marco Antonio González,
deberá tomar posesión en la alcaldía del municipio. Según ha declarado el
suplente continuará con el plan de gobierno que tenía el abanderado de Morena.
¿Cómo
estará la cosa en Michoacán que los votantes prefirieron a un difunto que a un “vivo”?
***
Ahora le voy a mostrar la columna
de ayer que el destacado politólogo Jorge Fernández Menéndez tituló “El Bronco y otras delicias Electorales”
que publicó Excélsior y que me parece que vale la pena leer. Ahí le va….
Don Jorge dice que: El desarrollo
y los resultados de la jornada electoral del domingo no podrían haber sido
mejores: un escenario donde se amplían el pluralismo y las distintas opciones;
donde, más allá de triunfos y derrotas, nadie pierde todo y nadie gana todo;
donde es notable la derrota política y social de los grupos violentos y donde
la apuesta por el pluralismo, pero también por la gobernabilidad, es evidente.
Las elecciones confirmaron la existencia
de un nuevo escenario político, con diferentes equilibrios, mayorías, grupos
emergentes, un escenario que, por sobre todas las cosas, obliga a cambios
profundos en los gobiernos y en la forma de gobernar, pero también en los
partidos y hasta en la recién estrenada ley electoral.
Varios puntos son importantes:
las elecciones se dieron en paz, y con una participación más alta que en todos
los últimos comicios intermedios. Para ello fue fundamental el operativo de
seguridad que se implementó en Guerrero, Oaxaca y otros estados, pero también
esa participación ciudadana en los comicios, que le otorga al gobierno federal
una base social para desmantelar las expresiones violentas y colocarlas en su
justa dimensión, una dimensión en la cual el rechazo social hacia ella es
clave, tanto que el PRI terminó ganando las elecciones en Guerrero y en Oaxaca.
Un
capítulo decisivo en los nuevos equilibrios es que el PRI, con sus aliados del
Verde y Nueva Alianza, mantiene e incluso amplía su mayoría en el Congreso. Es la
primera vez, desde 1997, que un gobierno federal tiene mayoría legislativa en
la segunda mitad de su administración. Para el presidente Peña es la oportunidad de avanzar en su agenda de
reformas, recuperando como punto clave la Reforma Educativa, sabiendo que tiene
ese respaldo legislativo.
A nivel
local, el equilibrio también se rompió. La mayoría de las nueve gubernaturas
que estaban en disputa, se las distribuyeron entre el PRI (que se quedaría con
cinco) y el PAN (con dos), pero con alternancia en Sonora y Querétaro, pero
también con un triunfo, que habrá que leer y seguir con mucha atención, del
independiente Jaime Rodríguez en Nuevo León. Para el presidente Peña Nieto no deja
de ser importante haber ganado el Estado de México y comenzar a recuperar posiciones
en el DF.
El
fenómeno de Jaime Rodríguez El Bronco, en Nuevo
León, merece, sin duda, una atención especial. Terminó ganando por un amplio
margen, con un respaldo clarísimo de distintos grupos empresariales y de poder:
es un hecho, es legítimo y hay que destacarlo, porque sin ello ningún candidato
independiente puede trascender. Las preguntas son: ¿qué se puede esperar
de Rodríguez, una vez en el poder?, ¿con quiénes
gobernará?, ¿qué tanto se puede avanzar sin un grupo parlamentario detrás y si
se terminará concentrando en venganzas del pasado o encarará el futuro? Aquí
dijimos que El Bronco nos generaba
desconfianza, porque es un candidato que no se ha definido en, prácticamente,
ningún tema, salvo la oposición al PRI y, sobre todo, al gobierno de Rodrigo Medina. Las primeras
declaraciones de Rodríguez han sido cautas,
pero no se han apartado de esa lógica argumental. Por lo pronto, un triunfo tan
amplio le otorga un enorme margen de legitimidad. En lo personal, El Bronco me recuerda mucho más a un Vicente Fox que a
un López Obrador. Habrá que
ver si se parece más al primero que al segundo.
El
triunfo de Rodríguez es un tema que deben
reflexionar en el PAN. La elección no fue buena para Gustavo Madero: se quedó
casi seis puntos debajo de lo que obtuvo Josefina Vázquez Mota en el 2012, y si en el 2009 el mismo
grupo que encabeza hoy el PAN, el suyo, exigió la renuncia de Germán Martínez, porque había ganado “sólo” 142
diputados, ahora, en el más optimista de los escenarios ganarán “sólo” 116. Se
podrá argumentar que ganó dos gubernaturas: Baja California Sur y, sobre todo,
Querétaro; pero Carlos Mendoza y Francisco Domínguez son
candidatos notoriamente calderonistas. Y el maderismo perdió, en forma notable,
Sonora (lo de Padrés debe ser dolorosísimo para
su proyecto) y Nuevo León, donde incluso Josefina había
ganado. Y una figura clave en ello fue Fernando Elizondo, que renunció al PAN, como muchos otros
panistas, por profundos desacuerdos con el maderismo. Sin la ruptura del PAN (y
su descomposición política local), el triunfo de Rodríguez hubiera sido imposible.
Otro capítulo notable de esta
elección es cómo quedan en el medio de la tabla cuatro partidos: el PRD, que
tuvo una mala elección, Morena, el Verde y, sorprendentemente, Movimiento
Ciudadano, que se benefició de una enorme cantidad de votos en Jalisco y en
Nuevo León (con Alfaro y Rodríguez). Y, muy cerca de ellos, Nueva Alianza
(indispensable para que el PRI tenga la mayoría en el Congreso) y, más atrás,
pero con una bancada que puede llegar a los diez diputados, Encuentro Social.
La cantidad de alianzas y acuerdos que se pueden tejer, de aquí al 2018, en ese
escenario, es casi inabarcable.
Y, si me lo permiten, yo le concedo
razón.
***
Ya para irnos le cuento que José Hadad
Stefano, el azul más azul de todos los azules del Estado, les dijo a sus
correligionarios “aquí tienen su violín, yo ya no toco”. Pero si bien Hadad ya
no tocará al ritmo de los azules, también es cierto que todavía seguirá
tarareando la tonada que durante años cantó ya que se quedó con la regiduría,
plurinominal, que obtuvo al cobijo de su “ex-partido” ¿Qué le parece?
Así las cosas mejor vamos dejándolo
aquí, nos vemos mañana, hora y lugar de costumbre cuando tengamos, si quién
TODO lo puede nos lo permite, un número más de EL AJUSTE DE CUENTOS pero ahora
y por favor ya no le haga usted más al cuento y ¡ya váyase a trabajar! ¿no le
parece? no vaya siendo la de malas porque entonces sí que ya la….
No hay comentarios:
Publicar un comentario