miércoles, 17 de noviembre de 2010

HABLEMOS DE DUNAS Y MANGLARES

Hace ya algún tiempo la madre naturaleza les pasó la factura a algunos hoteleros que, pasándose de listos, construyeron sobre la duna costera y usted que nos hace el favor de seguirnos, recordará que, en ese entonces comentábamos sobre la falta de responsabilidad que además de poner en riesgo su inversión, también ponía en riesgo la vida de sus huéspedes.


Hoy y siguiendo con la muy noble y auto-impuesta obligación de educar a las masas de esta nación en los temas que a todos nos deben interesar pero que todos ignoramos, le voy a contar lo que es una Duna y un Manglar. Así pues, póngase usted cómodo y receptivo porque ahí le va:

Definitivamente el desarrollo de la zona costera en nuestro país ha tenido un crecimiento vertiginoso y las áreas de duna y playa tienen, al parecer, un atractivo particular para las inversiones turísticas sin importar las consecuencias.

Las dunas costeras son acumulaciones de arena muy importantes que se encuentran generalmente alineadas a lo largo de la costa, protegiendo así, las tierras de inundaciones producidas por oleaje de tormenta. Estos sistemas costeros son sistemas frágiles que responden a las condiciones hidrodinámicas de la playa y del efecto de los vientos. Ante estas circunstancias, las actividades humanas irresponsables pueden afectar severamente a estos sistemas si no se toman medidas preventivas y de manejo que minimicen al máximo su deterioro.

Un ejemplo claro del deterioro de la duna costera, de la erosión de playas y de la vulnerabilidad de la inversión económica y turística de Cancún, reconocido como un desarrollo turístico de talla mundial y el más importante de este país. En Cancún, las construcciones del sector hotelero se llevaron a cabo encima de la duna costera, desprotegiendo la biodiversidad y los ecosistemas ante los fenómenos naturales, como son los huracanes y ya hemos visto como Gilberto, Wilma y Dean pusieron a llorar a muchos hoteleros que vieron su inversión vuelta escombro.

Se ha podido a comprobar que al conservar las dunas costeras del norte del Estado, se protege ante huracanes el hogar de miles de plantas y animales y el de 1 millón 200,000 residentes del paraíso.

Por otro lado, la recuperación artificial de las playas de Cancún se llevó mucho tiempo en realizarse y costó millones de dólares que no tendrían que haberse gastado si los dueños del billete grande y funcionarios cómplices hubieran respetado a la naturaleza que no pierde la oportunidad de cobrarse una factura.

En cuanto al Manglar, déjeme decirle que Quintana Roo pierde cada año 150 hectáreas, el 4% anual de manglares y humedales que, además de ser un filtro natural de los contaminantes del agua, son sitios de anidación y barrera natural para proteger las costas de las fuertes corrientes que traen los huracanes.

Los manglares son asociaciones de plantas vasculares que se distribuyen en la zona intermareal y son tolerantes a condiciones salinas y de inundación, son halófitos facultativos, por lo que la salinidad no es un requerimiento para su crecimiento, pues podemos encontrar manglares en agua dulce, como es el caso del río Hondo.

Los manglares son un recurso natural importante, ya que son ecosistemas con una alta producción de materia orgánica. Sirven de criadero para muchas especies de peces y mariscos, y sus ramas son hábitat para una gran variedad de aves. Los manglares protegen a la costa contra la erosión, las marejadas de tormenta y huracanes y son un filtro natural de agua. Similar a otras plantas y árboles, funcionan como "pulmones' del medio ambiente porque producen oxígeno y capturan el bióxido de Carbono del aire. En nuestra región, el manglar es parte del paisaje y se utiliza también para la recreación pasiva, los deportes acuáticos y actividades turísticas. Además de lo anterior, son importantes para la educación e investigación científica.

El manglar puede ser afectado o destruido por las siguientes acciones: por alteraciones en el drenaje de sus aguas, por la descarga de contaminantes, por los derrames de petróleo, por su corte indiscriminado y por la eliminación y relleno de áreas de manglar para usos urbanos o industriales y, en el caso frecuente de Quintana Roo, para desarrollos turístico-hoteleros.

Aunque existe una discrepancia en los datos sobre la superficie de manglar en México, oficialmente existen 886 mil 760 hectáreas de manglares en el país, y éstos desaparecen a un ritmo de 22 mil hectáreas por año, por lo que en 25 años se perderá el 50 por ciento de los manglares.

Por increíble que a usted le pueda parecer y a pesar de su importancia le cuento que, en mayo de 2004 la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales modificó la NOM-022-Semarnat-2003 que protege a los humedales costeros y zonas de manglar, dejándola sin efecto. Esta modificación establece que mediante el pago de una compensación económica, es posible ignorar las prohibiciones que establecía la norma con el fin de proteger al manglar. Desde luego que los manglares ofrecen varios servicios ambientales como la captura de Carbono, protegen de la erosión en las costas, son criaderos de múltiples organismos marinos y estuarinos y protegen de los huracanes, por lo que pensar en su eliminación, sería un riesgo para las costas de Quintana Roo, además de que los programas de reforestación han demostrado ser tan efectivos como la carabina de Ambrosio.

Así, entonces y según la Semarnat, lo único que queda es "pagar una multa" cuyo monto se define con base en la "complejidad antes de la afectación" y que es de aproximadamente un peso el metro cuadrado, esto es 10 mil pesos por hectárea, valor económico que definitivamente no "compensará” de ninguna manera los servicios que brinda este ecosistema. ¿Sabrán los sabihondos de la Semarnat cuanto tiempo se lleva en crecer un metro cuadrado de mangle?

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, determinó que los servicios ambientales del manglar están entre los 200 mil a 900 mil dólares por hectárea por año, por lo que debería considerarse seriamente el valor como ecosistema, y contrastarlo con los supuestos beneficios cuando es cortado para desarrollos turísticos o urbanos.

Pero como estamos en este nuestro “México lindo y querido”, si usted quiere construir su casa ó su hotel en la costa, sobre la duna y tumbando manglar sin pagar la ridícula multa, pos solo basta con “untar” la mano del funcionario público adecuado y ¡listo, puede usted hacer de las suyas!

Pero ¡aguas! porque si el próximo huracán le tira su construcción no se vaya usted a poner a llorar como mujer (con el respeto a las féminas) lo que como hombre no supo respetar.

Ahora que se ha demostrado que los gachupines construyeron su hotelote afectando el manglar, solo nos queda esperar a que las autoridades apliquen la ley a rajatabla, sin contemplaciones pero también sin complicidades y sin arreglos bajo la mesa, ¿no le parece?



Así las cosas y con el ancabr..itamiento a todo lo que da, mejor vamos dejándolo aquí, nos vemos mañana cuando tengamos un número más de EL AJUSTE DE CUENTOS pero ahora y por favor ya no le haga usted más al cuento, no construya sobre la duna (si es que por ahí queda alguna) y tampoco tumbe el manglar, no vaya siendo la de malas porque entonces sí que ya la…..

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