El reloj sigue su
marcha imparable y con cada tic-tac va acercando el día en que llegará
el fin de la era azul que duró doce largos años y Felipe Calderón llega al
cierre de su mandato con el nivel de aprobación más bajo para un final de
gobierno desde 1994 y con un saldo pesimista en materia económica y de
seguridad. La violencia, la lucha contra el narcotráfico y crimen organizado
representan la marca de su sexenio entre la opinión pública.
Y es que, a unas semanas de su
término, el recuerdo que va dejando el gobierno de Calderón es el de un periodo
caracterizado por el tema del narcotráfico y el crimen organizado, tanto por la
violencia y las muertes que generó (22%) como por el combate gubernamental para
afrontar el problema (18%). Las acciones, hay que aceptarlo, en política social
o en materia de salud como el Seguro Popular son poco mencionadas como el distintivo
del sexenio.
Vea usted, la población se
divide por mitades a la hora de aprobar o no la gestión de Felipe Calderón, 49%
está de acuerdo, pero un porcentaje similar expresa lo contrario. Comparado con
el término de sexenio de sus tres antecesores más recientes, el grado de apoyo
al gobierno calderonista resulta ser significativamente el más bajo.
En comparación con lo observado
en el año de cierre de los gobiernos de Salinas, Zedillo y Fox, la percepción
económica del país en este 2012 es la más pesimista muy a pesar de las
ponderaciones que Calderón haga al respecto.
Así, la administración de
Felipe Calderón termina sin satisfacer mucho ya que, 50% piensa que hizo menos
de lo que esperaba de él como Presidente, en tanto que sólo 21% cree que superó
las expectativas (“hizo más”) y 23% estima que realizó justo lo que se esperaba
de su gobierno. También predomina la impresión de que deja un país con un rumbo
equivocado (55%) y sin pleno dominio de la situación interna (las cosas se
salen de su control, 58%).
Sin embargo se respalda
ampliamente su trabajo en construcción de carreteras (78%), salud (73%),
educación pública (63%), relaciones exteriores (59%) y vivienda (57%). En
cambio, los temas económicos constituyen los renglones donde se reprueba a
Calderón: algo más de la mitad está en desacuerdo con su manejo de la economía
en general (54%), el combate a la pobreza (55%), la creación de empleos
(56%) y el control inflacionario (61%).
Una muestra de lo polémico que
resulta la lucha contra el narcotráfico es que esta política aparece entre lo
más mencionado como lo mejor y lo peor que hizo Calderón. Inmediatamente detrás
de esta estrategia de seguridad aparece el Seguro Popular y la construcción de
carreteras entre lo más meritorio de su gobierno. Asimismo, del lado de lo
cuestionable, se señala adicionalmente el desempleo y las alzas de precios.
Con todo se tiende a verle
beneficio al periodo de gobiernos panistas que concluye, pero con matices. Para
28% valió la pena que el partido blanquiazul haya llegado al poder y 32% opina
eso mismo pero sólo parcialmente. Únicamente 36% cree que no valió la pena.
Ante este panorama general de
la actual situación del país existe inclinación a ver con ánimo la vuelta del
PRI a Los Pinos. 51% expresa algo o mucha esperanza, en tanto que sólo 33%
siente algo o mucha desilusión.
De los programas y acciones del
gobierno de Calderón, se desea que el próximo gobierno de Peña Nieto mantenga
principalmente Oportunidades, el Seguro Popular y la ayuda a las personas de la
tercera edad que, de continuar, le puedo asegurar que serán rebautizados para
borrar el color azul e imponer el tricolor en todos los programas sociales del
nuevo gobierno federal.
Siempre he pensado
que “Como México no hay dos” y esto se puede comprobar fácilmente porque el
pasado domingo el Centro de Sanciones Administrativas conocido como “El Torito”
cumplió 54 años de edad.
Antes de que usted
piense que ya veo doble y que debo ser huésped de este centro le voy a contar
que “El Torito” lleva este nombre porque el 28 de Octubre de 1958 el entonces
Presidente don Adolfo Ruiz Cortines junto con Ernesto P. Uruchurtu, en esa
época jefe del Departamento del Distrito Federal, inauguraron ahí el rastro del
DF y ahora, una sección, sirve para concentrar a los muy bravos que son
sorprendidos conduciendo un vehículo cuando ya están para el arrastre.
Cierto al caso es
que con motivo de este aniversario los 40 infractores que estaban ahí
concentrados el domingo recibieron, como recompensa y para pasar de una manera
más agradable su detención, una ración de pollo en mole con arroz, refresco y
pastel que degustaron al son de la música del conjunto tropical contratado para
amenizar el festejo en el que se entregaron constancias al personal de mayor
antigüedad en el vetusto centro tablajero del DF.
Si usted quiere
disfrutar a plenitud su próximo viaje al DF, le voy a recomendar que no deje de
visitar un mercado. El pasado domingo, horas antes de subir al pájaro de acero
que me devolvería al paraíso, tuve la oportunidad de ir al mercado de Tlalpan.
No sabe usted el cúmulo de recuerdos de mi ahora lejana niñez y de la juventud
de espíritu a la que me aferro con los olores, colores y sabores de aquella
época que regresaron de pronto para volverlos a disfrutar plenamente.
El objetivo
principal era la sección de la barbacoa y el consomé reglamentarios en domingo
para lo cual deberíamos atravesar por las montañas de pollo fresco, los cerros
de frutas y verduras a los cuales recibíamos, mediante ingeniosos pregones, la
invitación a comprar y, en su caso, a disfrutar de la gran variedad de quesos
que nos salían al paso.
Cuando por fin
llegamos a nuestro destino la cosa se puso mejor ya que los puestos de comida
nos ofrecían las más variadas opciones para desayunar desde licuados de fruta
fresca, tostadas, tacos de canasta, gran variedad de guisados, carnitas,
chicharrón y puestos de ¡barbacoa! en una larga sucesión de ofertas y piropos
como ¡pásele güerito, esta es la buena!, ¡esta es la mejor marchantito! ¡pruebe
y compare patroncito! y el mejor, ¡venga joven, esta es la mera buena! ¿cuánto
le voy a dar?.
No habrá que pensar
mucho para saber de cual compramos ¿verdad? Pero lo que sí le puedo asegurar es
que después de disfrutar de este auténtico “viaje” por el mercado vino el
disfrute total de una muy buena barbi, de las muy picantes pero muy sabrosas
salsas y de los recuerdos que aún conservo.
De los variopintos
personajes, infalibles en todo mercado, ni hablar, son todos un agasajo visual
que nos hace agradecer a la vida las bondades de las que disfrutamos y que,
muchas veces no valoramos en toda su dimensión. ¡Lo dicho! Si usted tiene, en
su próximo viaje a la capital del smog, la oportunidad de visitar un mercado
tradicional, ¡hágame caso!, no se la pierda, ya luego me platica.
Con el antojo
resucitado mejor vamos dejándolo aquí, nos vemos mañana cuando tengamos un
número más de EL AJUSTE DE CUENTOS mientras tanto ya no le haga usted más al
cuento.
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