Este nuestro México lindo y querido es un país rico en costumbres y tradiciones por las que somos reconocidos mundialmente y una de ellas es la tradicional celebración del Día de Muertos que se remonta a la época prehispánica; pues para nuestros antepasados, morir era el comienzo de un viaje hacia el Mictlán, el reino de los muertos descarnados, al que también se le llamaba Xiomoayan, palabra que los españoles, a su entender, tradujeron como infierno.
Por lo que se ha estudiado, la concepción que los indígenas tenían sobre la muerte era completamente distinta a la que trajeron los españoles con la religión católica: infierno=castigo y cielo=premio; los antiguos habitantes de México creían que el destino del alma de un difunto dependía del tipo de muerte que había tenido y de su comportamiento en su vida; por ejemplo:
Las almas de los que morían en circunstancias relacionadas con agua eran enviadas al Tlalocan, o paraíso de Tláloc. Los muertos en combate, los sacrificados y las mujeres muertas en el parto llegaban al Omeyocan, paraíso del Sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. El Mictlán estaba destinado a los fallecidos de muerte natural. Los niños muertos llegaban al Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche para que se alimentaran.
Sin embargo, con la llegada de los españoles y su conquista, las costumbres se modificaron y fue así que se originó lo que es hoy la fiesta del Día de Muertos que se realiza el 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre, días señalados por la Iglesia católica para celebrar la memoria de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos.
Cabe destacar que la esencia más pura de estas celebraciones se observa en las comunidades indígenas y rurales, donde se tiene la creencia de que las ánimas de los difuntos regresan esas noches para disfrutar los platillos y flores que sus parientes les ofrecen.
Tan importante es esta tradición, que en 2003 la UNESCO declaró esta costumbre mexicana como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad y con el objetivo de que no muera. Hoy en EL AJUSTE le voy a contar una docena de datos sobre el Día de Muertos que probablemente usted no sepa pero que a partir de hoy sabrá y ahí le van:
1. Los que tuvieron la mala fortuna de morir un mes antes de la celebración no se les pone ofrenda, pues se considera que no tuvieron tiempo de pedir permiso para acudir a la celebración, por lo que solamente sirven como ayudantes de otras ánimas en este viaje.
2. Fechas. El 28 de octubre se destina a los muertos que fueron asesinados con violencia, de manera trágica; el 30 y 31 de octubre son días dedicados a los niños que murieron sin haber sido bautizados (limbitos) y a los más pequeños, respectivamente; el 1 de noviembre, o Día de Todos los Santos, es la celebración de todos aquellos que llevaron una vida ejemplar. El día 2 de noviembre, Día de los Muertos, es la máxima festividad de su tipo en nuestro país.
3. Altar de muertos. Sin duda es el elemento primordial de esta celebración, pues las personas tienen la creencia de que el espíritu de sus difuntos regresa del mundo de los vivos para convivir con la familia para consolarlos y confortarlos por la pérdida.
Existen diversos tipos de altares, que se dividen dependiendo de los niveles que posean: los altares de dos niveles representan el cielo y la tierra. Los altares de tres niveles añaden el concepto del purgatorio. El altar de siete niveles simbolizan los pasos necesarios para llegar al cielo y así poder descansar en paz.
4. Los siete niveles. En el primero se coloca la imagen de un santo al que sean devotos. El segundo se destina a las ánimas del purgatorio; ya que si el difunto se encuentra ahí, puede obtener permiso para salir.
En el tercer nivel se coloca sal, que simboliza la purificación del espíritu para los niños del purgatorio.
El cuarto está dedicado al pan de muerto, que se ofrece como alimento a las ánimas que por ahí transitan.
En el quinto se coloca el alimento y las frutas preferidas de los difuntos.
En el sexto se ponen las fotografías de las personas ya fallecidas y a las que está dedicado el altar, y por último, en el séptimo nivel se coloca una cruz formada por semillas o frutas, como el tejocote y la lima.
5. Fotografía del difunto. Se coloca de espaldas y frente a ella se pone un espejo para que el difunto sólo pueda ver el reflejo de sus deudos, y estos vean a su vez, únicamente al difunto.
6. La cruz. Es un símbolo introducido por los evangelizadores españoles con el fin de incorporar el catecismo a la tradición de los indígenas de la veneración a los muertos. Puede ser de sal o de ceniza.
7. Copal e incienso. El copal es un elemento prehispánico que limpia y purifica las energías de un lugar y las de quien lo utiliza; el incienso santifica el ambiente.
8. Arco de flores. Se coloca en la cúspide del altar y simboliza la entrada al mundo de los muertos. Se le adorna con limonarias y flor de cempasúchil.
9. Papel picado. Es considerado como una representación de la alegría festiva del Día de Muertos y del viento.
10. Velas, veladoras y cirios. Todos son la luz que guía a los muertos en este mundo. Por tradición deben ser de color morado y blanco, duelo y pureza respectivamente.
11. Agua. Este elemento tiene gran importancia, pues refleja la pureza del alma, el cielo continuo de la regeneración de la vida y de las siembras; además, un vaso de agua sirve para que el espíritu mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos.
12. Flor de cempasúchil. Es conocida como la flor de los muertos, pues se cree que el cempasúchil, por su aroma, sirve de guía a los espíritus en este mundo.
Como usted podrá notar, en el quinto nivel se colocaba el alimento y frutas preferidas por el finado, pero ahora las cosas han cambiado porque además se le añadió la “chela” y el “trago” con los que el difunto en cuestión acostumbraba “ponerse a tono” con unas papalinas de órdago por las, sin duda alguna, también es recordado por sus familiares y compañeros de etílicas aventuras, quienes, además, suelen llevar al panteón mariachis, grupos norteños y de banda para agasajar a su “muertito” con su música favorita. ¡Viva México, que chingaos!
Ahora ya está usted enterado así que mejor nos vemos mañana cuando tengamos un número más de EL AJUSTE DE CUENTOS pero ahora y por favor ya no le haga usted más al cuento y ¡póngase a hacer sus muc-bil pollos! Y buen provecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario