miércoles, 23 de octubre de 2013

CLASE DE HISTORIA PARTE 2 Y FINAL


Para no dejar a medias nuestra clase de historia comenzada ayer en este mismo espacio, hoy continuamos sin pretender nada más que usted se divierta y, de paso, recuerde algo de lo que hace muchos, muchos años ocurrió y que, de alguna manera u otra dio pie a nuestro regionalismo porque ¡si se acaba el mundo, me voy a Mérida!

Y es que aún antes de que México se declarara independiente, un grupo de notables ciudadanos yucatecos se reunía en la iglesia de San Juan, ubicada en Mérida, Yucatán, para comentar las noticias referentes a la guerra de independencia que se desarrollaba en el centro de México. A este grupo se le denominó los Sanjuanistas.

A partir de la promulgación de la constitución de Cádiz en 1812, el grupo creció y se integró con el fundado por don Vicente María Velázquez, capellán de la iglesia de San Juan, Manuel Jiménez Solís, Lorenzo de Zavala y don José Matías Quintana, padre de Andrés Quintana Roo.

En 1814, cuando el rey Fernando VII abolió la constitución de Cádiz, quienes se reunían en la iglesia de San Juan fueron perseguidos y algunos de ellos capturados. Los “sanjuanistas” capturados fueron Lorenzo de Zavala, José Francisco Bates y José Matías Quintana.

Las circunstancias de Yucatán eran similares a las de la capitanía general de Guatemala. Ambas capitanías decidieron adherirse al imperio de Iturbide para obtener su independencia de España. Poco después, sin embargo, el imperio fue combatido por un caudillo veracruzano llamado Antonio López de Santa Anna, que defendía la causa republicana. Agustín I se vio obligado a abdicar y abandonó el país. Cuando el imperio mexicano fue disuelto y se conformó la república, Yucatán decidió sumarse al nuevo pacto federal mexicano ya de una manera más seria y menos interesada. Al sumarse, lo hizo condicionado a que la nueva república mexicana tuviera una organización federal y que cada estado conservara un régimen de soberanía y libertad para «no afectar la felicidad de los yucatecos».

A Lucas Alamán le extrañó que Yucatán condicionara su unión, y calificó el condicionamiento de anarquista. La respuesta de los yucatecos fue que sólo de esa manera se unirían a la federación y de ninguna otra.

En 1823, Tabasco se separó de Yucatán, al que había sido anexado desde la colonia, y el 7 de febrero de 1824[] se incorporó a la federación por su lado como uno de los estados fundadores de los Estados Unidos Mexicanos.

Yucatán asumió su libertad natural y política para deliberar soberanamente el 27 de abril de 1823, seguido del establecimiento de la república de Yucatán el 29 de mayo de 1823 por decreto de la diputación provincial.[] Se unió a la primera república federal como república federada el 23 de diciembre de 1823[] tal como aparecen en los decretos del Congreso Yucatanense. Entonces fueron 19 estados los que integraron la república naciente de México.

El término “república”, sin embargo, aplicado al territorio de Yucatán, apareció por primera vez en la constitución política de Yucatán de 1825:

“Que Yucatán jura, reconoce y obedece al gobierno de México, siempre que sea liberal y representativo; pero con las condiciones que siguen: 1a.- Que la unión de Yucatán será la de una república federada, y no en otra forma, y por consiguiente tendrá derecho a formar su constitución particular y establecer las leyes que juzgue convenientes a su felicidad...”

Al adoptar México un gobierno centralista, en 1835 desapareció la condición de república federada que correspondía a Yucatán, y desapareció la primera república de Yucatán. Esto trajo gran descontento a la población de la península. Se empezó a pensar la posibilidad de una segunda república, pero ya independiente de México, sin depender en forma alguna de éste (ni como estado, provincia, territorio o república federada).

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El que ahora algunos estados renieguen de la República y quieran “independizarse” (juar, juar, juar) porque una decisión del Presidente no les guste o vaya en contra de sus muy personales intereses se antoja más que nada como un capricho, una vacilada que deberá tomarse como eso, como una vacilada ¿No le parece?

Vamos haciendo un pequeño ejercicio, nomás para pasar el rato, para imaginarnos qué pasaría si alguno de los estados inconformes con las políticas de la República, decide, en serio, como ayer le comentábamos, independizarse, separarse y emprender el camino en solitario.

Para comenzar cualquiera de ellos, o mejor dicho, todos ellos tendrían que tener su bandera, papel moneda, constitución, himno, fuerzas de defensa y todo lo que un país requiere para preservar su soberanía. Se acabarían los subsidios, las aportaciones federales para caminos, puentes (en su caso) y carreteras. Tendrían que importar de otro estado sus alimentos, gasolinas, ropa, calzado y todo lo que no produzcan, incluidas las chelas y el trago. Es un rollo tan complicado que les llevaría años concretar su independencia.

Mejor deberían juntarse los inconformes con las reformas y analizarlas a fondo y buscar, hasta encontrar, las soluciones no pensando en sus beneficios personales, pensando en la nación, en los jóvenes que esperan despuntar, en los niños que merecen una infancia feliz y sin privaciones, en los ancianos, que somos muchos, que merecen retirarse dignamente a tomar las aguas y escribir sus memorias que de algo han de servir a las nuevas generaciones.

Y pensar en los millones de padres de familia que todos los días se quiebran la cabeza pensando si sus hijos van a poder comer o tomar, cuando menos, un vaso de leche. Dejemos de ser el país que más ricos produce cada seis años, vamos a procurar que los dueños del billete grande paguen lo justo a sus trabajadores que, a fin de cuentas, con su trabajo, los hacen cada día más ricos, que paguen sus impuestos completos, que no saquen su lana del país, que la reinviertan para crear más empleos. Vamos a dejar de mantener zánganos que desde la presidencia llenaron sus alforjas y aún los seguimos manteniendo y cuidando con guardias presidenciales que nos cuestan a todos y que no merecen. ¡Vamos a dejar de ser el país que quiere modernizarse, prosperar, despegar y echar pa´lante pero que….. no se anima!

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Si usted además de tener el buen tino de leernos es doctor, yo le felicito por ser hoy el día del médico y si no es doctor pos no.

Con el ancabr…itamiento a todo lo que da, mejor aquí le paramos, nos vemos mañana hora y lugar de costumbre cuando tengamos un número más de EL AJUSTE DE CUENTOS pero ahora y por ya no le haga usted más al cuento y ¡ya váyase a trabajar! que para eso, aunque mal, le pagan. Abur.

 

 

 

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