Luego de que ayer Roberto Borge Angulo recibiera su constancia de mayoría en las pasadas elecciones y fuera declarado Gobernador electo de Quintana Roo, ahora hemos de esperar nueve meses para la toma de posesión al cargo, tiempo más que suficiente para que Betito pueda armar el equipo que le ha de acompañar en su aventura.
No es nada fácil esta tarea ya que, desde ahora, la fila de “pretendientes” a los puestos en el gabinete es grande y, como es de esperarse, crecerá y crecerá tanto como los sueños de los que ahora ya están formados esperando que les haga justicia la revolución.
Amigos de la infancia, compañeros de escuela, vecinos, parientes cercanos, lejanos, políticos e incómodos, “el primo de un amigo”, la comadre de la vecina, la vecina, sin faltar aquél que llegue con el cuento de que “yo ayudé a colgar pendones”, “yo a pintar bardas”, “yo siempre dije que usted iba a ganar”, en fin, puestos le van a faltar para acomodar a todos los que, hoy, ya dicen que “yo soy amigo del próximo gobernador, y si no me crees, pregúuuuntale”.
Desde luego que son muchos los compromisos producto de las alianzas que le llevaron al triunfo y es esto lo que obliga al análisis profundo y sereno a la hora de definir quienes formarán parte del equipo de trabajo, no se trata de repartir puestos para cumplir con esos compromisos, no, ahora hay nueve meses para formar un buen gabinete, serio, comprometido, con ganas de trabajar dejando a un lado el interés personal pero, sobre todo, leal a quién les brinda la magnífica oportunidad de mostrar, y poner al servicio de los demás, sus cualidades y talentos, lo que los volverá mejores personas de lo que ahora puedan ser para recibir, como recompensa, el reconocimiento y la gratitud de todos cuantos tenemos la dicha inmensa de vivir en esta tierra bendita.
También son muchas las promesas de campaña, esas promesas que siempre se han quedado en eso, en promesas que pronto se olvidan, que no se cumplen y que, por muchos años, han sido la “marca registrada” de muchos políticos de antaño y que si queremos realmente un cambio debemos comenzar precisamente por ahí, por exigir al nuevo gobernador el volver realidad esas promesas hechas y el cumplimiento de los compromisos que adquirió durante su campaña, nada más, pero tampoco nada menos. ¿no le parece don Beto?
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Los hay también quienes le recomiendan al gobernador electo que saque la escoba ya barra con todas “las lacras” (así dijeron, lacras) que desde hace ya algún tiempo viven incrustadas en alguna dependencia, que se han vuelto profesionales del trapecio y adictos a la ubre, esos que acostumbrados a nadar de muertito no dejan pasar la oportunidad de reclamar alguna posición “de las buenas” cuando ellos mismos son más malos que la carne de burro, con el perdón de los pollinos.
Al mismo tiempo le recomiendan no menospreciar a “los ancianos de la tribu” a esos que los kilómetros recorridos en estos menesteres les han curtido la piel y alimentado el entendimiento de estas lides, esos que siempre tienen el consejo preciso, la formula perfecta para sortear los problemas por más difíciles que estos sean y que siempre estarán ahí para él porque son políticos de verdad políticos y que, de verdad, quieren a su estado, que llevan tatuados los colores de su partido y que no toleran que un forastero, como Carlos Sobrino, quiera venir a darles la lección, que no son como otros que se dicen políticos, como muchos “nativos”, y que solamente andan tras un “huesito” que roer.
Así las cosas mejor vamos dejándolo aquí, nos vemos en el próximo número de EL AJUSTE DE CUENTOS pero ahora y por favor ya no le haga usted más al cuento, todavía falta mucho para el reparto de huesos así que mejor póngase a trabajar, y bien, en lo que hoy tiene, no futuree, no vaya siendo la de malas porque entonces sí que ya la…
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