lunes, 8 de diciembre de 2014

PARECE QUE TODO SUCEDE EN VIERNES

El pasado viernes hizo un año de que se nos fue uno de los hombres más importantes de la historia contemporánea: Nelson Mandela.
Madiba (como también se le conocía) fue un luchador social que logró derribar el terrible sistema del apartheid que dividía a la población sudafricana entre blancos y negros dando marcadas ventajas a los blancos y sometiendo al yugo de su sistema a los negros.
Sabemos de sobra lo agradecida que está la población negra con el primer presidente sudafricano elegido democráticamente. Él sabía que la tarea de modernizar al país y crear las condiciones para que se viviera un ambiente de paz no resultaría fácil; a pesar de ello,  creó la Comisión para la verdad y la reconciliación, para poder enfrentar entre blancos y negros los horrores del apartheid y trabajar juntos para una mejor Sudáfrica.

Ahora es tiempo de saber qué piensa una afrikáner del hombre que quitó los privilegios a los suyos y buscó una igualdad entre las diferentes razas del país.
El diario sudafricano Mail & Guardian publicó el viernes el siguiente texto de Zelda le Grange que hoy en EL AJUSTE le mostramos, íntegro, para recordar a este increíble ser humano que rescató de la esclavitud su nación al convertirse en el primer Presidente negro de Sudáfrica: 

Era octubre de 1994 cuando retomé mis responsabilidades en la oficina del primer presidente elegido democráticamente. Dos semanas más tarde, me reuní con el presidente Nelson Mandela por primera vez. Tenía un sentimiento de culpa, de responsabilidad, que me consumía.
Él me habló en afrikáans, mi lengua materna (una lengua derivada del neerlandés), para mí eso fue un reconocimiento a mi cultura y a mi existencia. No me sentía merecedora de su atención, de su apretón de manos. Era mi pueblo el que había enviado a ese hombre y a sus compañeros a la cárcel de por vida.
La generosidad de su espíritu y su sincera sonrisa eran contagiosas. Tanto que esperábamos verlas de nuevo. En los 19 años siguientes pasó muchas horas educándome sobre el pasado, el presente y el futuro de Sudáfrica. Conforme pasó el tiempo, me aficioné al hombre que una vez fue considerado como el enemigo de mi pueblo.
El hombre que fue el símbolo de la libertad en todo el mundo no solo tomó mi mano para guiarme a lo largo de un camino de entendimiento, sino también me mostró el perdón a uno mismo. No solo liberó a los negros de la opresión al enseñarles a perdonar, sino que también liberó a los blancos de la culpa.
En más de una ocasión, Madiba me dijo: “Encuentra tus raíces”. Después viajé dos veces a Cabrieres en el sur de Francia, que es de donde procede la familia La Grange. Además de un apicultor local que me confirmó que esa era la ciudad de origen de los La Grange, no pude encontrar ningún rastro de los protestantes que huyeron de aquella pequeña ciudad en 1688. De vuelta en casa tracé mis raíces en Sudáfrica a través del French Huguenot Museum.
Muchas veces escuché a Madiba decir que esta también era la tierra a la que pertenecían los afrikaners. No tenemos otra casa más que Sudáfrica. Y que teníamos en común con la población negra el conocimiento de lo que era tener que defender a nuestro país. Eso fue una referencia al papel de los afrikaners en la guerra Anglo-Bóer.
Además de ser bendecida por la oportunidad de servirle y por las experiencias que siguieron, lo que más me extraña es haber aprendido de Madiba mucho más de mi cultura, de mi idioma y las obras de escritores afrikaners como CJ Langenhoven, Louis Leipoldt, Ingrid Jonker y Breyten Breytenbach.
Él me enseñó que la carga de la historia del apartheid es igualmente compartida por todos los involucrados y afectados por ella y que el pasado no tiene que determinar el futuro. Apartheid nunca debería tolerarse y no tiene que determinar la manera en cómo ahora nos comportamos y nos relacionamos los unos con los otros.
Por encima de todo, él nos enseñó a perdonar y a amar incondicionalmente. Él no enseñó la manera de ganar auto-respeto al mantener nuestra integridad y honestidad. Su moral y los valores pueden ser emulados por todos. Pero, como él decía a menudo: “Es más fácil cambiar a los demás de lo que es cambiarte a ti mismo”. Hasta que no nos esforcemos por ser la nación que Mandela y sus compañero soñaban, hasta que no cambiemos primero nosotros ante de esperar a que los demás cambien, no haremos de este país un lugar en el que la igualdad reine. En primer lugar, debemos tener la voluntad de cambiar el “yo”.
Ya han pasado 20 años y tenemos que superar las injusticias del pasado. Tenemos que recordar los sacrificios hechos para que podamos disfrutar de la libertad de elección, de la libertad de expresión y de la libertad a la individualidad, entre otras libertades.
Estamos marcados por acontecimientos como los que involucran a Andries Tatane, a Anene Booysen, a Marikana y a Oscar Pistorius. Estamos marcados por la corrupción, el fraude, las continuas injusticias y la desigualdad.
Ahora tenemos que sobrevivir a los desafíos: la pobreza, la creación del empleo, la educación de calidad, la falta de servicios básicos y las desigualdades de las personas que todavía se sienten como hace 20 años, antes de la llegada de la democracia.
Somos libres de ser individuos pero para tener un propósito en común: contribuir de cualquier manera a que este país se una y a que todos sus habitantes se sientan pertenecientes a él y a que todos sus ciudadanos puedan disfrutar de los servicios básicos y los derechos humanos básicos. Debemos renovar nuestro compromiso de unirnos a pesar de nuestra diversidad.
Madiba me enseñó que yo soy una afrikáner blanca libre  que está orgullosa de una Sudáfrica moderna. Este es mi país también. Nuestra liberación, la libertad de elegir cómo mi pasado influirá en mi futuro, nos da la posibilidad de decidir si la historia del apartheid determinará mi futuro simplemente porque soy de ascendencia francesa: yo hablo afrikáans. Soy libre de ser yo, pero, como sabemos, gracias a Madiba, con la libertad viene la responsabilidad.
Por todo eso “Madiba”, sin contar con súper poderes, sin poder ver através de las paredes tuvo la visión de una nación libre y lo logró, sin tener súper fuerza tuvo la suficiente para enfrentar a sus detractores hasta lograr implantar la democracia en su país, sin poder volar logró que los sueños de los sudafricanos volaran hasta grandes alturas que él mismo no pudo alcanzar por estar tantos años preso
Zelda La Grange trabajó para Mandela en varios puestos desde 1994 hasta su muerte en el 2014. Sus memoras Buenos días Señor Mandela, serán publicadas en junio de 2015.

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Ahora que anduvo por tierras mexicanas, el presidente de Uruguay, José Mujica,  comentó el viernes pasado sobre la experiencia que en su país se ha tenido con la legalización de estupefacientes. Y ya que combatir su fabricación y venta ilegal “te cuesta y es peor”, como está más que probado en México, por qué no optar por otra solución.
“Lo que es inevitable mejor no enfrentarlo, organizarlo, legalizarlo y regularlo, y no lo quieras tapar porque cuanto más los quieres tapar, más te cuesta y es peor”.
Al sugerir a las autoridades mexicanas la legalización de drogas, Mujica no se refirió a la reciente autorización que en su país hay para la disposición de marihuana, sino que lo hizo mencionando la nacionalización de la producción de “alcohol de boca”, por la que se optó a principios del siglo XX, en lugar de aplicar una ley seca.
Con dicha nacionalización, las autoridades uruguayas se dieron la libertad de fabricar y cobrar caro el alcohol. Con el dinero que se obtuvo de proveer de chupe a los bebedores empedernidos, se tuvo dinero para atender servicios de sanidad. Aparentemente todos salieron ganando… ya con esa experiencia los uruguayos “aprendimos la lección” y fue así que en años recientes se optó la regularización de la venta de marihuana.
Pepe Mujica se encuentra en nuestro país para participar en la XXIV Cumbre Iberoamericana, pero antes de eso estará en Yucatán y también se hará presente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La plática sobre las bondades de regular la venta de sustancias prohibidas la hizo durante su paso por Cancún, Quintana Roo, donde acudió como testigo de honor a la sesión del cabildo donde se dio el hermanamiento del municipio con Punta del Este.
Además, la visita del presidente uruguayo se da tras haber hecho unas declaraciones que incomodaron bastante a las autoridades mexicanas. En una entrevista para la revista Foreign Affairs, Mujica calificó de terrible lo ocurrido con los normalistas de Ayotzinapa y señaló que –visto a la distancia– parecía que el Estado mexicano había sido carcomido por la corrupción. En resumidas cuenta, daba la impresión que México era un Estado fallido.
Tras la polémica de sus declaraciones, un comunicado de la SRE y una petición para un encuentro con un el canciller uruguayo en México, Mujica tuvo que aligerar lo dicho y terminó por decir que “tanto México, como Honduras y Guatemala no son ni serán (…) estados inocuos o fallidos, porque tienen cimientos históricos de naciones precolombinas, tienen capital político en sus partidos y en sus decisiones democráticas, que están por encima de las vicisitudes de hoy”.
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Hace ya muchos años llegó a Cancún y enamorado de su mar azul-turquesa, blancas playas y mujeres guapas, argumentos que le bastaron para anclar en esta tierra donde se mostró como un hombre bueno, buen amigo y destacado en el manejo de las ollas, los sartenes y el sazón en Du Mexique. El viernes pasado recibió el mandato de quién TODO lo puede y tuvo que acudir al llamado seguramente a seguir cocinando.
Le conocí recién llegado y aunque no lo frecuentaba como hubiera querido, cada vez que nos encontrábamos solíamos saludarnos con afecto y, alguna vez, comentábamos y recordábamos los tiempos idos y los amigos también. Hoy le digo a Alain Grimond, adiós querido amigo, algún día nos volveremos a encontrar.
¡Qué bueno que hoy es lunes! porque todo parece suceder en viernes.
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Por hoy vamos dejándolo aquí, nos vemos mañana hora y lugar de costumbre cuando tengamos un número más de ERL AJUSTE DE CUENTOS pero ahora y por favor, ya no le haga usted más al cuento y ¡ya váyase a trabajar! ¿no le parece? recuerde que hoy apenas es lunes y no vaya siendo la de malas porque entonces sí que ya la….


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